Archivo de la categoría: Europa

Arroz y conejo, el sabor del noroeste murciano

Estándar
20160531_212040.jpg

Cabe destacar que los elementos básicos de la cocina murciana son el pimiento y el tomate. El paso por la región de la gastronomía del Al Ándalus ha dejado muchas influencias culinarias en Murcia. Los árabes mostraron sus grandes conocimientos sobre elaprovechamiento del agua en el curso del río Segura, creando todo un complejo sistema de regadío, compuesto de acequias, azudes y norias, dando forma a la huerta primitiva murciana.

De entre estos regadíos destaca con una historia de siglos Calasparra, cuyo producto por excelencia es el arroz, de calidad reconocida en el mundo entero. De este modo, si se pretende degustar un plato como el arroz y conejo u otro cualquiera de la amplia gama de arroces que se preparan en el municipio, lo más aconsejable es elaborarlo con arroz de Calasparra, el primero en el mundo con denominación de origen.

El arroz y conejo es un plato tipico en la comarca del noroeste de Murcia, de facil factura y muy rico, ya que la sabrosa y muy tierna carne del conejo joven, combinada con el sabor intenso del pimiento rojo y el tomate, dan aroma a todo el caldo en el que se cuece el arroz. Se trata de una receta auténticamente murciana. Los conejos han salvado en España muchas vidas, llenando los pucheros y sartenes de pueblos enteros en épocas de escasez. Tan es así que la tradición de la caza con galgo en los pueblos de España establecía que lo normal era cazar con galgos prestados, para que cualquiera pudiera comer conejo. Hasta Cervantes (aprovechando que estos días se celebra el IV Centenario de su muerte), menciona en el Quijote un conejo empanado (capítulo XIII) de la raza albar (blanco), conejo gigante que se abría, se deshuesaba conservando la forma, se rellenaba con lonchas de tocino, se aderezaba con aceite, vinagre y hierbas aromáticas, y luego se envolvía en una masa dulce de harina, manteca y huevos.

Hoy os propongo esta receta típica de arroz murciano y conejo.

Existen múltiples variantes a la hora de preparar el arroz. En el municipio de Calasparra, además del conejo, también se utilizan caracoles serranos o pollo como carnes que acompañan al arroz. En la receta que os propongo, el ajo es opcional.

images-70.jpgimages-79.jpgimages-170.jpgimages-76.jpgimages-213.jpgimageimageimageimageimageimageimageimage20160601_012909.jpg

Ingredientes para 4 personas:

1 conejo de 1,2 kg
400 g de arroz de Calasparra
1 pimiento rojo
1 tomate mediano maduro
2 dientes de ajo (opcional)
1/2 cp de tomillo
3 ó 4 ramas de perejil
8 ó 10 hebras de azafrán
1 cp de colorante alimentario
1/2 cp de sal de humo Onena
Aceite de oliva virgen extra
Sal al gusto
1,33 l de agua
Limón

Preparación:

Cubrimos el fondo de una paella con abundante aceite de oliva y añadimos algo de sal por el borde de la paella para que retenga aceite y evitar que se queme.
Freimos el pimiento rojo despepitado y cortado en tiras durante 2 ó 3 minutos con cuidando que no se queme, y lo reservamos.

20160531_211804.jpg

Incorporamos el conejo previamente troceado y sazonado con sal a la paella, y lo freímos a fuego lento hasta su cocción total.

20160531_211855.jpg

Una vez la carne esté dorada, abrimos hueco en la paella y añadimos los ajos picados, y un minuto despues, el tomate rallado, y lo sofreímos para desglasar la paella. Añadimos tomillo al gusto.

20160531_211924.jpg

A continuación, se incorpora el pimentón y lo sofreimos durante
10 segundos, removiendo para que no se queme, pues amargaría.

Seguidamente agregamos el agua (3,3 partes de agua por 1 de arroz), añadimos el azafran, la sal de humo y el colorante alimentario, y dejamos cocer durante 10 minutos a fuego fuerte.

Incorporamos el arroz y cuando rompe a hervir añadimos hojas de perejil y rectificamos de sal, manteniendo el fuego vivo durante 5 minutos, para posteriormente ir bajando por etapas hasta apagarlo pasados otros 15 minutos.

20160531_211950.jpg

Dejamos reposar una vez apagado, unos 5 minutos.

Antes de servir el arroz, lo aliñamos todo con limón y lo presentamos en la misma paella, adornada con unos trozos de limón y acompañada de una buena ensalada mediterránea y un buen vino tinto.

20160531_212013.jpg1464729452040.jpg

Espero que os guste y lo disfruteis.

Menestra verde de Tudela

Estándar
image

En la mayoría de las recetas las verduras se recuecen en exceso, y por ello nunca me han entusiasmado las menestras. Y por si no fuera suficiente, siempre las terminan de desfigurar con la monótona salsa de harina y ajo.

Hay que respetar todos los gustos, pero en general, las recetas tradicionales poseen escaso valor gastronómico. Si una menestra contiene cinco verduras me gusta apreciar los sabores de cada una. Algo muy difícil, aunque parezca sencillo.

No se trata de hacer un panaché, sino un conjunto de verduras cocidas y salteadas de forma perfecta, que al final ligo con una crema verde de textura media sin nada de harina.

Lo importante es cómo se tratan las verduras, rabiosamente frescas y de temporada como las alcachofas, espárragos, cebolla tierna, coliflor, coles de Bruselas, zanahoria, judías verdes, guisantes, habas tiernas, espinacas, cardo, calabacines, aparte de jamón serrano o York, obviamente.

Estos son mis secretos:
a) Las verduras se cuecen a borbotones en agua salada, cada una de ellas con su tiempo de cocción adecuado, el tiempo justo para dejarlas al dente. No hay reglas fijas.
b) Para saltear las verduras no utilizo dientes de ajo seco, sino ajetes tiernos y frescos finamente picados.
c) El aceite de oliva virgen extra de primera presión que empleo lo aromatizo infusionando el jamón a baja temperatura. Gracias a eso el jamón picado lo añado al final sin necesidad de resecarlo en el fuego.

Se trata de un plato de rigurosa temporada que comienza ahora y termina en junio. No hago menestras el resto del año. Me niego a emplear ingredientes que no sean de temporada. Se trata de un monumento verde que espero que os guste.

imageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimage

Ingredientes para cuatro personas:

Para la menestra:

1 zanahoria
4 coles de Bruselas
1/4 de coliflor mediana
4 alcachofas
1 rama de cardo
1 patata
150 gr de judias verdes planas
150 gr de guisantes pelados
150 gr de habitas tiernas peladas (opcional)
4 espárragos pelados (opcional)
4 champiñones (opcional)
4 ajos tiernos frescos pelados
50 gr de jamón serrano o bacon
50 gr de jamón York
30 gr de chorizo (opcional)
100 cl de aceite de oliva virgen
Sal

Para la crema verde:

200 gr de calabacín
100 gr de espinacas limpias
100 gr de guisantes pelados
100 gr de judías verdes
100 gr de cebolla fresca
1 1/2 vasos de agua
Pimienta negra al gusto
Sal

Preparación:

En primer lugar pelamos y cortamos en rodajas la zanahoria. Pelamos la patata y la cortamos en dados de 2cm de lado. Separamos la coliflor en ramilletes y limpiamos y deshojamos las alcachofas dejando solo el corazón y los tronchos pelados. Retiramos los hilos a la hoja de cardo y la troceamos. Pelamos los guisantes y troceamos las judias verdes en rombos.

image
imageimageimage

Si opcionalmente decidimos añadir habas tiernas, champiñones y espárragos, los pelamos y troceamos a nuestro gusto.

Ponemos agua en una cazuela y la llevamos a ebullición. Vamos incorporando las verduras por orden de tiempo de cocción de mayor a menor, de forma que todas queden perfectamente cocidas al mismo tiempo y que cada una tenga su punto de cocción. En primer lugar las coles de Bruselas, la coliflor, la patata y el cardo. Pasados 5 minutos las judias verdes y la zanahoria.

imageimageimage

Otros 5 minutos más tarde las alcachofas, y por último 10 minutos antes de finalizar la cocción total (30 minutos) incorporamos los guisantes.

imageimageimage

Confitamos en un bol el bacon, el jamón York y el chorizo, cortados a daditos, en aceite de oliva a 55º C y una vez confitados separamos el aceite y lo reservamos.

imageimageimageimage

Cocemos durante 7 minutos todas las verduras de la crema a la vez con el vaso y medio de agua, y después las pasamos por un procesador, para darle la textura de una crema semilíquida. Colamos en un colador fino y montamos la crema con el aceite de jamón y chorizo, pimienta y sal al gusto.

Si disponemos de Thermomix, ponemos las verduras de la crema en el vaso junto con el agua.

imageimage

Trituramos durante 5 segundos, velocidad 5. Cocemos durante 7 min, temperatura Varoma, velocidad 1. Trituramos durante 1 minuto, velocidad progresiva 5 a 10. Emulsionamos con la mitad del aceite de jamón y chorizo, sal y pimienta durante 30 segundos, velocidad 3 1/2.

imageimageimage

Cuando todas las verduras estén cocidas (30 minutos en el caso más desfavorable), las escurrimos y reservamos.

imageimage

Picamos los ajos tiernos frescos finamente y reservamos. Ya solo nos queda saltear los ajetes tiernos y las verduras reservadas.

imageimage

Para ello vamos a utilizar un wok por su facilidad para saltear, aunque podéis utilizar cualquier otro recipiente. Ponemos en el wok el resto del aceite de jamón y chorizo, y cuando esté caliente incorporamos los ajos tiernos picados y las verduras cocidas al dente. Salteamos. Pasados 3 minutos cubrimos con la crema de verduras y damos un suave hervor.

imageimage

Emplatamos y repartimos el jamón y chorizo confitados por encima.

image
image

Os recomiendo que la comáis con cuchara.

Arroz meloso de bogavante.

Estándar
image

A veces no tenemos clara la diferencia a la hora de escoger un arroz en la carta de un restaurante o cuando planificamos las recetas en nuestra casa, pero no es lo mismo un arroz seco que uno caldoso u otro meloso. ¿Cuál es la diferencia? Visualmente podemos tenerlo más claro, dependiendo de la textura del plato en cuestión, pero en la práctica es necesario ajustar la proporción de arroz y líquido para tener éxito en la mesa.

El arroz seco es un plato en el que el cereal absorbe todo el líquido y no se remueve durante su elaboración para que no libere almidon y quede suelto. Para hacer un arroz seco hay que preparar una base o sofrito, sellar el arroz en la cazuela y añadir el doble de agua (y un poco más) que de arroz. Se deja cocer durante 15-16 minutos sin moverlo y se reposa durante unos minutos antes de servir.

El arroz meloso se debe hacer con arroces especiales ricos en almidón que aseguren esa textura untuosa que tanto nos gusta. Para hacer un arroz meloso hay que preparar una base de verduras (cebolla, cebolleta, pimiento, puerro, etc.), añadir el arroz y regar con 3,5 medidas de líquido por cada una de arroz. Se cuece entre 15-17 minutos y se deja reposar unos cinco minutos para que se asiente.

Llegamos al arroz caldoso, el que alegra nuestras cucharas en muchas comidas. También es conveniente utilizar un arroz especial para arroces caldosos que nos asegure un caldo consistente. El arroz caldoso se hace sofriendo el ingrediente principal (carabineros, costillas, bogavante, etc.) junto a las verduras escogidas. Se añade el arroz, se sofríe y se baña con 4,5 medidas de caldo por cada medida de arroz. Se deja cocer entre 15-17 minutos y se sirve de inmediato.

El mejor arroz desde mi punto de vista para estos tipos de cocción es el arroz bomba, que es una variedad de arroz (Oryza sativa L.) de grano redondo. Es considerado un arroz de grano medio debido a que contiene menos amilopectina y es conocido como el arroz de Valencia, por ser en esta zona donde mayor tradición había.

Es muy habitual en algunas zonas de las cocinas de la costa Este de la península ibérica, sobre todo en la elaboración de las paellas.

Se trata de un arroz originario de la India. Este tipo de arroces se cultiva desde la Edad Media en la península ibérica y se caracteriza principalmente porque se adhiere con menos facilidad que otros arroces al fondo de los recipientes de cocción (esto se debe al contenido de únicamente 1/3 de amilosa). Es una variedad de grano corto, posee un color perlado y un aspecto consistente. Otra característica importante de este arroz es que el grano posee una mayor resistencia a «abrirse» durante la cocción, debido en parte a que se suele expandir durante la misma (en algunas ocasiones se menciona que como un acordeón). Tal expansión, puede llegar a alcanzar hasta dos, o tres veces el volumen inicial del grano. Por ello, este tipo de arroz requiere un mayor contenido de agua que otros de grano largo. De esta forma, los granos suelen tener la misma estructura tras la cocción. Suele ser uno de los más caros entre los arroces españoles.

Hoy os propongo un arroz meloso de bogavante, con el que quedaréis de maravilla en cualquier evento.

imageimageimageimageimageimage
imageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimage

Ingredientes para 6 personas:

Para el fumet de marisco:

18 gambas, gambones, langostinos o cigalas de tamaño medio
3 ramas de perejil
1 ajo puerro
50 gr de aceite de oliva virgen extra
1,8 l de agua
1 cp de sal

Para el arroz meloso:

450 gr de arroz bomba
3 bogavantes de 600 gr cada uno.
18 colas de gambas, gambones, langostinos o cigalas, pelados (opcional)
1 pimiento rojo
1 pimiento verde
1 cebolla grande
3 tomates maduros
3 ñoras
3 dientes de ajo
1 guindilla
50 cl de brandy
1,6 l de fumet de marisco
10 hebras de azafran
1 cc de colorante alimentario
Aceite de oliva virgen extra
Sal al gusto

Preparación:

Para el fumet de marisco:

En primer lugar quitamos las cabezas al marisco elegido (gambas, gambones, langostinos o cigalas), los pelamos y reservamos los cuerpos por un lado y cabezas y pieles por otro.

image

Si disponemos de thermomix, cortamos el puerro en rodajas de 3 cm de grosor. Introducimos cabezas, pieles y patas en el vaso del procesador junto con el puerro troceado y el aceite. Programamos 3 minutos, temperatura Varoma, velocidad 4. Incorporamos el agua, la sal y el perejil y programamos 8 minutos, 100º, velocidad 2. Colamos con un colador de malla fina y reservamos.

imageimage

Si no disponemos de thermomix u otro procesador similar, ponemos aceite de oliva a calentar en una cazuela y sofreimos las cabezas del marisco. Retiramos del fuego, pasamos a un mortero y majamos. En la cazuela sofreimos el puerro picado muy fino y seguidamente incorporamos el agua, el perejil, la sal y el majado de cabezas. Dejamos cocer durante 10 minutos, colamos y reservamos.

image

Para el arroz meloso:

Cortamos los bogavantes a trozos. El modo de cortarlos irá en función del tamaño. Si el bogavante es grande, se corta en rodajas, de lo contrario se corta longitudinalmente de cabeza a cola y luego transversalmente por la unión del tórax con el abdomen. Debemos dejar las pinzas del animal enteras.

imageimage

A continuación calentamos en una cazuela el aceite de oliva con un trozo de cayena por un minuto, luego la retiramos de la cazuela y doramos las pinzas y cabezas de bogavante que, con el calor, irán tomando un color rojo intenso y la carne irá desprendiendo jugo.

imageimage

Retiramos el bogavante y reservamos. Añadimos en la misma cazuela el ajo y la cebolla picados muy finos, y sofreimos hasta que la cebolla quede transparente. Incorporamos los pimientos rojo y verde y dejamos pochar a fuego lento.

imageimageimage

Luego añadimos el tomate triturado y la pulpa de las ñoras. Para extraer la pulpa de las ñoras, las habremos puesto en remojo durante un par de horas, cortadas en dos partes, para que el agua las reblandezca por dentro y por fuera. Una vez blanda la pulpa, la raspamos con la parte sin filo de la hoja de un cuchillo y la separamos fácilmente de la piel de la ñora.

imageimageimage

Removemos constantemente hasta que el tomate tome el color ocre del resto del sofrito. Es importante que el sofrito quede muy cocido, pues debe deshacerse en el guiso.

image

Seguidamente, incorporamos las cabezas y pinzas de los bogavantes que habíamos sofrito, revolvemos y añadimos un buen chorro de brandy a la cazuela. Acercamos una cerilla encendida para quemar el alcohol del licor. Este proceso se llama flambeado, y la llama que produce la combustión del alcohol del brandy, debe durar apenas unos pocos segundos, debido a la poca cantidad de brandy utilizado.

imageimage

Inmediatamente agregamos el arroz bomba y el pimenton de La Vera, y removemos durante dos minutos junto con el sofrito para que se impregne por completo. No utilicéis arroces de grano largo o “vaporizados”, pues tienen bajo contenido en almidón y muy poco poder de absorción de líquidos, e impedirían conseguir el grado de melosidad que buscamos.

imageimage

Cuando se hayan incorporado todos los ingredientes, añadimos el fumet de marisco bien caliente, y el colorante alimentario. Una vez haya arrancado el hervor, añadimos las hebras de azafran previamente machacadas en un mortero. Recordad que cuando hablamos de arroz meloso, debemos tener una proporción aproximada en volumen, de 3,5 partes de caldo por cada parte de arroz bomba. Si quisiéramos que fuera caldoso, la proporción sería de 4,5 partes de caldo por cada parte de arroz bomba. El arroz bomba tiene una absorción muy alta.

image

El tiempo normal de cocción del arroz bomba oscila entre 18 y 20 minutos aproximadamente. Sin embargo, es importante ir revisando el grado de cocción del arroz, sin ser estrictos con el tiempo. Cuando falten 5 minutos para terminar la cocción del arroz, incorporamos las colas de los bogavantes y opcionalmente las colas de marisco pelados.

imageimage

El arroz meloso con bogavante debe comerse al momento, pues con el paso del tiempo sigue consumiendo caldo y se apelmaza, perdiendo su característica principal de melosidad. El arroz nunca debe esperar al comensal, es el comensal quien debe esperar al arroz.

Solo nos queda emplatar rápidamente y servir. Espero que disfrutéis de esta delicia con una buena copa de vino blanco de aguja.

imageimage

Buen provecho.

Arroz al horno con coliflor, bacalao, ajetes y espinacas.

Estándar
image

Más allá de la paella y los arroces, que todo lo acaparan, en la Comunidad Valenciana se ocultan innumerables platos cotidianos tan suculentos como poco conocidos. Recetas rurales o urbanas, depuradas por el tiempo y la sabiduría de sus habitantes. Fórmulas muy sabrosas, algunas de las cuales hunden sus raíces en tiempos remotos.

Desde las salmueras y salazones, que tienen sus antecedentes en las culturas griega y romana; las olletas de blat picat (trigo picado), que ingerían las legiones romanas que conquistaron Hispania, según relata Tito Livio; las farinetes (gachas) cuyos precedentes se encuentran en el cotidiano «pulmentum», alimento de etruscos y romanos, hasta las refinadas especialidades golosas que evocan la repostería semita -árabe y judía-, la cocina de la Comunidad Valenciana deja al descubierto un mundo de vestigios e incidencias gastronómicas vinculadas a sociedades pretéritas.

Los Diez libros de Agricultura del famoso Columela, el Libro de Cocina del romano Apicio, las Etimologías de San Isidoro (siglo VIII), el Libro de Cocina Hispano-Magrebí traducido por Ambrosio Huici Miranda (siglo XIII), incluidos muchos párrafos metafóricos de la poesía arábigo andalusí surgidos de la imaginación de Ben al Talla y Cafar Ben Utman, entre otros literatos, además del libro «Arte de Cozina» del valenciano Diego Granado, cocinero de Felipe II, configuran un gigantesco antecedente cultural que, de una forma directa o velada, posee un fiel reflejo en muchos de los hábitos alimenticios de estas tierras.

Soportes históricos de una cocina sencilla, de costa y de tierra adentro, abierta al Mediterráneo y nacida de la imaginación y de una sabia combinación de sus recursos naturales, que según los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), da pie a una de las dietas más equilibradas del mundo.

No sin razón afirma el crítico gastronómico Antonio Vergara que «el Mediterráneo español es la pequeña China. La diferencia está en que nuestra técnica de guisar el arroz es mucho más divertida, colorista y amena que la de aquel país».

Con la paella, humilde y exquisito plato de la huerta, que a finales del siglo XIX saltó de las barracas y alquerías a las casas de comidas, barracones y meredenderos de la playa de la Malvarrosa en Valencia y el Portichol y la Albufereta en Alicante, no se agota en absoluto el repertorio de los arroces valencianos.

La lista de arroces que se elaboran en la Comunidad Valenciana puede parecer infinita: Paella Valenciana, Arroz “amb Fesols i Naps”, Arroz de puchero, Arroz “rossejat” al horno, Paella de costillas de cerdo y ajos tiernos, Arroz al horno con tocino y cebolla, Arroz “empedrao”, Arroz con conejo y verduras, Paella de sepia con garbanzos y espinacas, Arroz de sepia y coliflor, Arroz con espinacas y “llus” (merluza), Arroz con acelgas y habichuelas, Arroz negro, Paella huertana, Arroz al horno con pasas y garbanzos, Arroz con castañas, pasas y piñones, etc…

El de hoy se trata de un arroz clásico que suele cocinarse en Semana Santa, y aunque se asocia a tierras del interior de la Comunidad Valenciana, igualmente lo podemos encontrar en gran parte de la geografía española. Si no lo conoceis, os sorprenderá y os convertireis en fans de este excelente arroz de Cuaresma.

Las Franciscanas Clarisas de Cocentaina (Alicante) ya condimentaban este plato en 1653, plato que por lo visto sirvieron en la visita de la madre superiora de la Orden al convento.

Como siempre ocurre, este arroz lo podemos encontrar con algunos ingredientes cambiantes según cada zona, pero como suelo decir, esta no es una receta farmacéutica y «cada maestrico tiene su librico».

Es un plato que reúne todo tipo de requisitos para incluirlo en la dieta Mediterránea, ya que nos aporta proteínas de origen animal y vegetal, carbohidratos, fibra, minerales, vitaminas, grasas no saturadas, etc…

La receta del arroz con coliflor y bacalao varia tanto en sus ingredientes de un lugar a otro, que he decidido proponeros hoy, con algunas variaciones, la de mi abuela Vicenta, que era de Ruzafa, en su tiempo municipio independiente y hoy en día, barrio de Valencia.

imageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimage

Ingredientes:

400 gr de arroz bomba
800 cl de caldo de verduras o agua
200 gr de bacalao desalado y desmigado
4 ramilletes de coliflor troceada
4 ramilletes de brócoli troceado
8 ajos tiernos cortados
2 tomates de pera maduros y picados
100 gr de hojas de espinaca troceadas
150 gr de garbanzos cocidos
100 cl de aceite de oliva virgen extra (A.O.V.E.)
1/2 cp de colorante alimentario
8 hebras de azafran
Pimentón de La Vera
Sal para rectificar

Preparación:

El mejor recipiente para su preparación es una cazuela redonda plana de barro, que da mejores resultados que las cazuelas metálicas o las bandejas de horno.

image

Ponemos a calentar la cazuela ceramica para horno sobre un difusor colocado sobre el quemador de gas a fuego mínimo para que vaya tomando calor poco a poco. Incorporamos el A.O.V.E. Cuando tome temperatura, sofreimos los ajos tiernos troceados y el bacalao desmigado.

imageimage

Una vez sofritos, los retiramos de la cazuela y reservamos. A continuación sofreimos la coliflor y el brocoli troceados hasta que se doren. Incorporamos el tomate maduro picado, revolvemos e incorporamos las espinacas.

imageimageimage

Una vez rehogadas, añadimos los ajetes y el bacalao reservados anteriormente y revolvemos.

imageimageimage

Incorporamos entonces el arroz y el pimentón de La Vera, y antes de que éste se requeme, añadimos el caldo de verduras caliente a la cazuela de barro.

imageimageimage

Inmediatamente le añadimos el azafran, el colorante alimentario y los garbanzos. Repartimos todo igualadamente por la cazuela, y la introducimos en el horno precalentado a 250 ºC durante entre 20 y 30 minutos hasta que esté bien seco y con una capa de arroz «rossejat» (dorado) adecuado.

imageimageimage

Cuando se extraiga la cazuela del horno, se debe dejar en reposo durante tres o cuatro minutos antes de servir.

image

Por último solo nos queda emplatar y servir caliente.

image
image

Espero que os guste y lo disfrutéis.

Tortillas de camarón, aperitivo gaditano.

Estándar
image

Las tortillas de camarones se han convertido en el representante más genuino de la cocina gaditana. Son un plato típico de la provincia de Cádiz, especialmente de San Fernando, y se caracterizan por ser una masa que integra harina y camarones y que se fríe. Lo ideal es que sean finas para que queden crujientes y poco grasientas.

Después de los últimos trabajos realizados por el investigador gaditano Manolo Ruiz Torres, se sabe bastante más de su origen, que se situa en la Bahía de Cádiz en torno a los siglos XVI y XVII. Esto supone un importante vuelco a los trabajos que había hasta el momento y que hablaban de su origen en el siglo XIX.

El gastrónomo isleño Pepe Oneto, en su libro sobre la gastronomía de San Fernando, aseguraba que su origen estuvo en el siglo XIX en el barrio de Las Callejuelas de esta localidad.

Una segunda teoría, encabezada por el gastrónomo Julio Fernández de la Torre, miembro del Grupo Gastronómico Gaditano, habla de la posibilidad de que las tortillas surgieran en la ciudad de Cádiz y aporta como prueba una letra del Carnaval de 1884 en donde se habla de este plato.

En cualquier caso, tras las investigaciones de Ruiz Torres parece comprobado que tuvieron su origen en la Bahía de Cádiz, y considera que surgieron de la fusión de la farinata genovesa que trajeron los marinos italianos, y las gachuelas españolas, el antecedente de los rebozados.

No obstante, lo que sí parece claro, es que la historia “contemporánea” de este plato, las tortillas de camarones como las conocemos en la actualidad, la relacionan con San Fernando, y en concreto con un establecimiento, la Venta de Vargas.

En 1924 Juan Vargas se hace con la gestión de la Venta Eritaña (la de la cola, donde danzaba la morena pintada por Julio Romero de Torres), en las afueras de San Fernando. Con él va su madre, Catalina Pérez, nacida en Alcalá de los Gazules, y es a ella a quien le debemos las tortillas de camarones tal como las conocemos hoy en día. Su biznieto, Jesús Picardo, que está preparando un amplio trabajo sobre la historia del establecimiento, señala que es cierto que las tortillas, como afirma Oneto, se hacían en el barrio de las Callejuelas antes de que se abriera la Venta, aunque la gran innovación de su bisabuela fue cambiar su composición para hacerlas mucho más ligeras.

Lo consiguió cambiando la relación de las harinas utilizadas. Lo habitual hasta entonces era que fueran gordas, ya que se utilizaban tres partes de harina de garbanzo por una de harina de trigo, lo que las hacía bastante pesadas. Sin embargo, Catalina cambia la proporción a dos partes y media de harina de repostería por una parte de harina de garbanzo, y consigue de esta manera que salgan más finas y crujientes.

Su fórmula, harinas de trigo y garbanzo, cebolla, perejil, sal y camarones, se mantiene prácticamente idéntica a día de hoy en la Venta.

Hoy os propongo una técnica de preparación distinta, que permite conseguir magníficas y muy ligeras tortillas de camarones. Se trata de un sistema ideado por el chef Paco Roncero, que utiliza un preparado de harina de repostería combinada con harina de arroz, acidulante, gasificante, sal y colorante alimentario de la firma «Yolanda», aunque lo podéis preparar vosotros mismos.

imageimageimageimageimage
imageimageimageimageimage

Ingredientes:

Para 30 tortillas:

100 gr de harina de trigo para repostería
50 gr de harina de arroz
1 sobre doble de gasificante – acidulante
1/2 cc de colorante alimentario
165 gr de agua de camarón
180 camarones pequeños
1 cebolleta tierna
Perejil picado
Aceite de oliva virgen extra
Sal o polvo de camarón

Para el polvo de camarón:

100 gr de camarones pequeños

Preparación:

Como tarea previa, necesitamos cocer unos camarones, lo más pequeños que encontremos, y guardar el agua de la cocción.

imageimageimage

En algunos lugares, los camarones se venden ya cocidos. En este caso, conviene preparar un caldo con un puñado de camarones majados, para sustituir el agua de la cocción.

imageimage

A continuación deshidrataremos unos pocos camarones secándolos en el horno para luego triturarlos y conseguir un polvo de camarón que usaremos como sal para aromatizar las tortillas una vez terminadas.

imageimage

Cortamos el papel de hornear en cuadrados. A continuación preparamos una masa en un bol mezclando el agua de camarón con las harinas de repostería y de arroz, los sobres de gasificante y acidulante y el colorante. Si queréis ahorrar algún trabajo, podeís usar simplemente 150 gr de harina para rebozar sin huevo, de la firma «Yolanda», con el agua de camarón. Mezclamos hasta que la masa esté homogénea.

imageimage

Extendemos los trozos de papel sobre la encimera, y con una brocha de silicona, dibujamos un círculo de masa con ayuda de un aro de emplatar.

imageimageimage

Una vez hecho el círculo con muy poca masa para que luego quede una tortilla bien fina, retiramos el aro, y colocamos sobre ella 6 camarones y 6 trozos de cebolleta picada. Repetimos la operación hasta terminar la masa.

imageimageimage

Ponemos abundante aceite a calentar en una sartén y cuando alcance unos 170º freímos las tortillas con el papel hacia abajo, echándoles aceite con la espumadera y ayudando a que se vayan sumergiendo.

imageimageimage

En cuanto pasan un par de minutos, las sacamos, retiramos el papel de hornear y las ponemos sobre papel absorbente para reducir el exceso de aceite. Las espolvoreamos con perejil picado y la sal de camarón, y ya las tenemos listas para tomarlas con una cerveza bien fría.

imageimageimage

De las mejores que he probado nunca. En serio.

image
image

Espero que las disfruteis.

Qassatat, pastelillo popular maltés.

Estándar
image

Paseando por las calles de casi cualquier ciudad maltesa, sobre todo en las zonas antiguas o históricas, es frecuente encontrar pequeños puestos de comida, las llamadas pastizzerías, en las que podemos comprar unos ricos bocados tradicionales llamados “pastizzi” y “qassatat”.

En realidad gracias al turismo y el éxito que han tenido estas especialidades culinarias, también es posible encontrarlos en locales más convencionales como pizzerías o restaurantes. En mi opinión, en estos locales se pierde gran parte del encanto del pequeño puesto callejero. De hecho, hasta suelen ser mejores en las tradicionales pastizzerias.

Pero, ¿qué es un “pastizzi” o un “qassatat”? A grandes rasgos ambos son pasteles en forma de pequeño saco hechos de fina masa, que se rellenan de las más variadas cosas: queso ricotta, guisantes y verduras, espinacas con atún, jamón y champiñones, etc. La variedad es grande, pero los más tradicionales son los de queso ricotta, los de guisantes y también los de espinacas. La diferencia más destacada entre los pastizzi y los qassatat está en la masa que forma el saco. En los pastizzi se trata de algo parecido al hojaldre, mientras que en los qassatat se utiliza una especie de masa brisa parecida a una fina masa de pizza. Personalmente me gustan más los qassatat, pero ambas variedades están realmente ricas.

imageimage

Los Qassatat son bocados ideales para comer sobre la marcha mientras se pasea por la ciudad. Y teniendo en cuenta que tampoco es que sean muy pequeños, en ocasiones hasta puede bastarnos con uno de ellos.
 
Son muy populares y aparecen en estas tiendas temprano por la mañana y se venden durante todo el día. La apariencia es como de pequeñas bolsas de dinero ‘plisadas’ en la parte superior. Esa es la forma tradicional. Tienes que tener un don para conseguir un plegado perfecto.

Los secretos de este delicioso pastel son dos. El primero es que los ingredientes tienen que estar muy fríos y el segundo es el Vodka. La explicación para el uso del Vodka es que al incluirlo en la masa, y ser en su mayor parte alcohol, se evapora en el horno, dejándo una masa escamosa. Así que no tengáis miedo de usarlo. Aparte del hecho de que al usar una cantidad pequeña, tampoco deja ningún sabor, ya que se evapora.

Hoy voy a compartir con vosotros la receta de este plato popular y tradicional de Malta que vamos a preparar con tres tipos de relleno para que podáis disfrutar de ellos.

imageimageimageimageimageimage
imageimageimageimageimageimage
imageimageimageimageimageimage
imageimageimageimageimageimage

Ingredientes:

Para la masa:

300 gr de harina de trigo
1 cp de levadura química
200 g de mantequilla, cortada en cubos
70 gr de agua
30 gr de vodka
1 cp de sal marina
Huevo batido para el glaseado
 
Para el relleno de espinacas y anchoa:

1 paquete de espinacas
1 cebolla
2 dientes de ajo machacados
2/3 filetes de anchoa (más si os gusta un sabor fuerte)
1 lata de atún
1 taza de guisantes congelados
10 grandes aceitunas negras sin hueso
2 cucharadas de alcaparras
2 cs de aceite de oliva
Pimienta negra
Sal al gusto

Para el relleno de Riccota:

450 gr de ricotta
1/2 taza de queso Pecorino Romano o queso parmesano
2 huevos
1/2 cc de pimienta negra
1/2 cc de nuez moscada
Perejil fresco picado
Sal al gusto

Para el relleno de guisantes (Pizelli):

300 g de guisantes secos
1 cebolla, finamente picada
2 dientes de ajo, picados
2 cs de aceite de oliva
1 cc de bicarbonato de sodio
1/2 cc de pimienta negra recién molida
Curry en polvo al gusto
Sal al gusto

Preparación:

Para la masa:

Para empezar a confeccionar nuestros Qassatat, debemos seguir estos pasos. Cortamos la mantequilla en cubos pequeños. Ponemos la harina medida con la levadura química en una bolsa, y la metemos en el congelador. Ponemos también a enfriar el vodka y el agua, y lso mantenemos en el congelador durante aproximadamente 2 horas. Pasado este tiempo, extraemos la bolsa del congelador, colocamos la mezcla de harina y los pedazos de mantequilla en un procesador de alimentos y mezclamos hasta que parezcan migas gruesas.

imageimageimage

Empezamos a añadir el vodka seguido por el agua helada hasta ligarlo todo junto. Debemos ser flexibles con las cantidades, pues algunas veces se necesita menos líquido. Abocamo la masa en una bolsa de plástico y amasamos brevemente a través del plástico y luego la colocamos en la nevera durante dos horas antes de usarla. Con esta mezcla de harina, no es necesario usar ningún papel para estirar la masa. Es suave y flexible y no se pega. Podemos utilizar esta masa para cualquiera de nuestras tartas saladas, Qassatat o bases de quiche. Se comporta perfectamente. Mientras la masa se enfría, podemos preparar los rellenos.

image

Para el relleno de espinacas y anchoa:

En una sartén, freímos la cebolla hasta que esté transparente. A continuación, agregamos el ajo y las anchoas, rompiendo para arriba como usted cocina. Añadímos también las espinacas y los guisantes y cocinamos hasta que estén tiernos.

imageimageimage

Incorporamos el atún, las aceitunas y las alcaparras picadas, y mezclamos bien. Retiramos del fuego y dejamos enfriar antes de utilizar el relleno.

Para el relleno de Riccota:

Colocamos todos los ingredientes en un tazón y mezclamos bien. La Ricotta maltesa se parece más al requesón mientras que muchos otros tipos de Ricotta que podemos encontrar en el mercado pueden ser más cremosas. Por lo tanto es posible que tengamos que utilizar un solo huevo para que el relleno no quede demasiado liquido o rezumará en la masa.

imageimageimage

Si queréis, podeís añadir un poco de espinaca hervida a la mezcla de ricotta. Otra idea sería la de añadir un poco de jamón cortado en trozos pequeños y algunos guisantes hervidos a la mezcla de ricotta. En temporada, se pueden agregar habas baby.

Para el relleno de guisantes (Pizelli):

Lavamos los guisantes secos y los colocamos en un bol, los cubrimos con abundante agua y los dejamos en remojo durante al menos 5 horas. Pasado ese tiempo, lavamos los guisantes y los escurrimos. Los colocamos en una olla, los cubrimos con agua con sal y añadimos una cucharada de bicarbonato de sodio. Llevamos a ebullición, reducimos a fuego lento y luego cocinamos durante unos 50 minutos, o hasta que los guisantes esten muy suaves. Escurrimos bien y reservamos. Esta es la forma tradicional de hacer el relleno Pizelli, sin embargo, se puede omitir este proceso ya sea usando guisantes enlatados o guisantes congelados, estos últimos cocidos.
Calentamos una cucharada de aceite de oliva en una sartén, añadimos la cebolla y el ajo y sofreimos hasta que estén dorados. Agregamos el polvo de curry. Añadimos los guisantes blandos, mezclamos y sazonamos con sal y pimienta negra. Retiramos del fuego y dejamos enfriar.

imageimageimage

Para los Qassatat:

En una superficie enharinada, extendemos la masa y cortamos círculos de masa de alrededor de 10 a 12 cm de diámetro. Pintamos el interior con los huevos batidos. Colocamos una cucharada de relleno en el centro y reunimos la masa hacia el centro haciendo pliegues a medida que avanzamos para darle la forma tradicional al Qassatat.

imageimageimage

Yo utilizo un sistema distinto y más fácil en lugar del plegado habitual, formando unas rosas como veis en las imágenes.

imageimageimage

De esta manera conseguimos un resultado más vistoso y con menos dificultad.

image

Pintamos nuestros Qassatat con huevo y horneamos a 160 grados hasta que estén dorados. Se pueden tomar fríos o calientes, a vuestro gusto.

image

Espero que los disfruteis.
 
 
 

«Carabasseta amb tonyina de sorra», tradición valenciana estival.

Estándar
image

Si tuviéramos que hacer una comparación entre los productos básicos de la tierra y del mar, el equivalente a un cerdo en el mar, sería el atún. En nuestra gastronomía y tradiciones, al igual que en todo el Mediterráneo, el atún rojo es como un fondo de despensa del cual se aprovecha, poniéndolo en salazón, prácticamente todo, los huesos, las espinas, las branquias, etc, además de ser un excelente alimento fresco, según lo evidencian los vascos, con platos tan memorables como el «Marmitako» (guiso de patatas con atún).

No nos olvidamos del universal atún en aceite, del atún al natural o en escabeche, de tanta importancia en la España interior, donde el «escabeche» es sinónimo de conserva de atún, utilizado para hacer tortillas, ensaladas, etc.

Sin embargo, existen problemas de denominación. Tanto en Valencia como en el resto de España, la palabra «atún» recoge diferentes especies de pescado. Pero el nombre de atún, estrictamente hablando, sólo puede aplicarse a los peces que tienen el nombre científico «Thunnus thynnus». Es el atún rojo o Mediterráneo, nombre que se le da en francés (thon rouge). En español es simplemente atún y en inglés «tuna», «bluefin tuna» o «tunny». Tiene un color azul oscuro, y sus tamaños máximos pueden medir entre 2 y 3 metros y pesar 500 kg. Se encuentra en todos los mares cálidos.

Parece que entra en el Mediterráneo para reproducirse, en primavera y en verano, siguiendo los bancos de sardinas de los que se alimentan. En la Comunidad Valenciana, el mejor momento del atún es de agosto a septiembre. Es el tiempo tradicional de los bancos de pesca de atún, en Marruecos, en Cerdeña y en Sicilia (la famosa «Matanza», pesca colectiva y sangrienta, ya que los atunes en Italia o en España, se mataban a palos).
En La Comunidad Valenciana, Andalucía, etc., había grandes «almadrabas» (redes fijas, siempre caladas, con cerca de 2.000 o más metros de longitud y una anchura de uno a veinte metros) para pescarlos, ya desaparecidas.

Una de las últimas «almadrabas» desaparecidas en la costa valenciana fue la de la isla de Tabarca (Alicante), en 1960. La última «almadraba» desaparecida en España parece haber sido la de Rosas (Gerona), en el verano de 1965. Actualmente, modernísimos barcos japoneses se llevan el atún hacia su país, donde es muy apreciado (crudo o en sashimi, marinado, etc..).

Este atún se puede comer fresco, a la plancha, con cebolla, pimientos asados, etc. Se hacen encurtidos (escabeche) y conservas en aceite o sal. Las conservas en sal o «salazones» han sido básicas en la cocina tradicional valenciana. Actualmente, los pocos salazones que se preparan, vienen de Murcia o Andalucía. De estas conservas cabe destacar las siguientes:

– “Costelló” y ”Espineta” (conserva de huesos y espinas con sal, pimienta y tomillo).
– “Ganyims” (branquias saladas).
– «Tonyina en salmorra» (tronco de atún en salmuera), base de muchos platos de nuestra cocina tradicional, como el “Pimentó amb tonyina”, «coques amb tonyina», etc.
– “Bull” (estómago del atún).
– “Ouera” (hueva prensada y salada) muy apreciada en Alicante.
– “Moixama” (mojama), delícia valenciana considerada com el “jamón del mar”. Se elabora también en Murcia, Alicante, Andalucia y en el Algarve portugués.
– ”Budellet” (tripas).
– ”Fasseres” (membranas gelatinosas que recubren los ojos).
– «Tonyina de sorra» (atún de ijada o ventresca), que es la barriga del atún considerada como la carne más jugosa por su elevado contenido en grasa, que se prepara tradicionalmente en la región alicantina poniendo en salazón el vientre del pescado. Los cortes transversales de la barriga o laños, son salados en salmuera y curados. Para que contengan las codiciadas vetas de grasa, los atunes son capturados en época de freza. Tradicionalmente, la tonyina de sorra procedía del atún rojo, pero actualmente debido al alto precio de éste producto, se vende por tonyina de sorra la parte ventral del «yellowfin» (atún de aleta amarilla). El nombre «sorra» viene de su antiguo nombre árabe, y significaba «piel del vientre». Desde Gerona hasta Alicante se la conoce como «Tonyina de sorra», y de allí hasta Huelva como «Atún de Ijada» o Atún de Ijar». Precisamente por su contenido graso y la finura de su sabor, se considera a la Ijada el manjar de los manjares, y si además lo conservamos para disfrutarlo cuando nos apetezca, pues perfecto.

La «tonyina de Sorra» (ventresca) la podemos conseguir habitualmente fresca, en salazón y también en conserva con aceite. Si es fresca se consume asada a la plancha. Cuando es en salazón o en aceite, tiene un aspecto que recuerda al jamón por las vetas blancas que se asemejan a las vetas de tocino inherentes a él.

Hoy os propongo una receta tradicional de la Comunidad Valenciana, que en la actualidad esta en desuso, pero que es muy sencilla y que de seguro hará las delicias de vuestros familiares y amigos. Un salteado de calabacines con «tonyina de sorra» y piñones, muy apropiado para servirlo en timbal o bocadillos.

imageimageimageimageimage
imageimageimage

Ingredientes:

3 Calabacines
1 Cebolla tierna
150 gr de tonyina de sorra (ventresca de atun salada)
15 gr de piñones
2 Dientes de ajo
Aceite de oliva
Pimienta negra
Sal

Preparación:

En primer lugar hemos de preparar con antelación los ingredientes que vayamos a utilizar.

image

Si hemos adquirido el lomo o la ventresca de atún salada, debemos desalarla teniéndolos a remojo en agua entre 2 y 4 horas, cambiando por lo menos 2 ó 3 veces el agua en este tiempo. Una vez desalada, o si utilizamos conserva de «tonyina en aceite», cortamos la «tonyina» en pequeños tacos de no más de medio cm de lado.

image

Si no encontráis la «tonyina» en vuestro entorno, siempre podeís utilizar 2 latas de atún en aceite de oliva o 200 gr de atún fresco frito, añadiendoles 3 ó 4 anchoas para aportar un toque mas salado (no es lo mismo, pero se consigue un sabor muy aproximado).

imageimageimage

A continuación, lavamos y cortamos los calabacines en dados, picamos los ajos y cortamos la cebolla en brunoise.

imageimage

En una sartén, sofreimos a fuego lento los piñones, y cuando se doren los retiramos y reservamos. En la misma sartén, sofreimos la «tonyina» (ventresca de atún), y cuando empiece a tomar color, la retiramos y reservamos junto con los piñones.

imageimageimage

Añadimos los ajos picados y la cebolla y doramos un par de minutos. Incorporamos los dados de calabacín, espolvoreamos la pimienta negra y freímos a fuego lento durante aproximadamente 15 minutos sin dejar de remover.

imageimageimage

Pasado este tiempo, incorporamos los piñones y la «tonyina» que habíamos reservado y mezclamos durante dos o tres minutos más, para aunar los sabores. Rectificamos de sal.

imageimageimage

Solo nos queda emplatar en timbal o poner en bocadillo, y servir caliente.

image

image

Espero que os guste.

Gazpacho de apio y pepino, refresco con alcurnia.

Estándar
image

La existencia de un gazpacho primigenio ha ido evolucionando a lo largo de la historia, incorporando ingredientes, hasta llegar a la versión actual. El gazpacho originario se elaboraba ya en la época del Al-Ándalus y los ingredientes eran pan en migas (a pellizcos), ajo, aceite de oliva, vinagre, sal y agua. Estos ingredientes se majaban en un dornillo y eran servidos como una sopa. Todos ellos ingredientes halal (admitidos) según las normas alimenticias musulmanas. Resulta evidente que estos primeros gazpachos no poseían los ingredientes del actual gazpacho, debido a que no existían algunos de los elementos que habrían de venir posteriormente del Nuevo Mundo (tomate y pimiento) tras el descubrimiento de América. La disposición de ese proto-gazpacho andalusí era muy similar a la del actual ajoblanco.

El gazpacho denominado andaluz, suele ser definido por algunos autores culinarios como una mezcla entre sopa y ensalada. En la actualidad se emplea como un refresco en la mayoría de ocasiones, y es servido por regla general en verano. Si bien no está demostrado, hay autores que apuntan su origen en Sevilla. Se denomina andaluz por haber trascendido así al resto de regiones de España y del mundo, pero en Andalucía se toman también otros gazpachos: blancos y verdes (un ejemplo es el gazpacho blanco cordobés) que no contienen tomate, y rojos, que sí los tienen. Los gazpachos rojos se elaboran en Andalucía Occidental, los blancos en Málaga, Córdoba y Granada y los verdes en Sierra Morena y Sierra de Huelva.

María del Rosario Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, comúnmente conocida como Cayetana de Alba, a la hora de saciar el apetito, tenia claro cómo hacerlo. Un buen gazpacho, una pieza de fruta y lista para enfrentarse a la más complicada de las situaciones con los fotógrafos.

Entre los muchos tipos de gazpachos que se servían a los invitados de la Duquesa de Alba en los Palacios de Liria y Dueñas, hay uno que destaca por su frescura y a la vez por su toque ligeramente picante, el gazpacho de apio y pepino.

El uso medicinal del apio es viejo, como lo demuestra su presencia en la Capitulare de villis vel curtis imperii, una orden emitida por Carlomagno que reclama a sus campos para que cultiven una serie de hierbas y condimentos incluyendo «apium» identificada actualmente como Apium graveolens.

El apio se ha utilizado desde tiempos históricos tanto en la cocina como en la medicina naturista. Es una de las verduras que más propiedades medicinales posee. Se puede ingerir crudo, cocido o su jugo. Además de su crujiente textura y sabor, es una verdura “equilibrante”. Si se combina con otros vegetales como la zanahoria y el tomate, el jugo de apio ayuda a calmar los nervios y es un buen remineralizante. La ensalada de apio con un poco de sal puede usarse eficazmente para combatir el exceso de acidez del tubo digestivo y aliviar la colitis. La ensalada de apio y aguacate se recomienda en caso de enfermedades del estómago e intestino.

Ayuda al cuerpo a deshacerse de impurezas a través de su función diurética (por su contenido en un aceite volátil, el apiol). Se caracteriza por ser carminativo, sedante, aperitivo, digestivo (que no implica digestibilidad fácil por su alto contenido en fibra), emenagogo, depurativo, regenerador sanguíneo y ligeramente laxante. Ayuda a la formación del esmalte dentario. Disminuye las enfermedades hepáticas, combate las infecciones, ayuda a la eliminación de cálculos renales, mejora la memoria y en uso externo suele comportarse como un cicatrizante. Hay personas que creen que ingerir esta planta ayuda a aumentar la libido.

En jugo es eficaz para eliminar el exceso de ácido úrico, combatir el reumatismo, el sobrepeso, flatulencias, padecimientos nerviosos y menstruación escasa.

En cuanto al efecto diurético del apio, son las semillas las que provocan una mayor diuresis, siendo el cocimiento de éstas, útil en caso de hipertensión arterial, afección cardíaca congestiva, ansiedad e insomnio. Así mismo, la infusión de las semillas de apio resulta beneficiosa para combatir el síndrome premenstrual que produce incomodidades poco antes de la menstruación debido a la acumulación de líquido en los tejidos.

Varios estudios han puesto en evidencia que las semillas de apio reducen el contenido de glucosa en la sangre, lo que puede ser útil como auxiliar en el tratamiento de la diabetes, por supuesto, siempre bajo supervisión médica.

Por su parte, el pepino es oriundo de la India, donde se cultiva desde hace más de 3000 años. Aparece por primera vez en el Atharva-veda (el cuarto texto más antiguo de la India, de principios del I milenio a. C.) con el nombre de uruaru. Fuentes lexicográficas sirias, persas y bizantinas sugieren que la presencia de los pepinos al este y al noreste del mar Mediterráneo (actual Irán, Irak y Turquía), no se produciría hasta el siglo VI o VII de nuestra era. Fuentes árabes medievales sitúan el pepino en Túnez hacia el año 920 (en el Libro de particulares sobre la dieta), en Al-Ándalus (España) en la segunda mitad del siglo X, y en Italia en el siglo XI. En el edicto de Carlomagno Capitulare de villis vel curtis imperii artículo nº 70, aparece mencionada con el nombre de cucumeres.

Hoy os propongo este sencillo gazpacho fresco y veraniego, que os ayudará a paliar los efectos de las sucesivas olas de calor que venimos padeciendo este verano.

imageimageimageimageimage
imageimageimageimage

Ingredientes para 4 personas:

1 diente de ajo
2 ramas de apio
2 ó 3 pepinos
10 gotas de salsa Worcestershire (Perrins)
5 gotas de salsa tabasco
6 hojas de menta fresca para adornar
45 ml de aceite de oliva virgen extra
20 ml de vinagre de manzana
500 mi de agua muy fría
Sal al gusto

Preparación:

Los ingredientes de este plato deben ser bien frescos y de gran calidad. Si los pepinos son viejos, pueden dejar sabor amargo. El aceite de oliva virgen extra, es preferible de las variedades cornicabra o picual. El vinagre de vino de manzana que deja un sabor mas suave.

image

Lavamos las hojas de apio bajo el grifo, hoja por hoja, eliminamos los hilos, troceamos y reservamos. Pelamos y cortamos el ajo y el pepino.

imageimageimage

Reservamos 6 rodajas de pepino, que cortamos en forma de estrellas o formas diversas, para adornar.

imageimage

Forma tradicional:

Incorporamos en un vaso de batidora o el ajo, el pepino y el apio, la salsa Worcestershire (Perrins), la salsa tabasco, la sal, el aceite de oliva virgen extra y el vinagre. Trituramos con una batidora de mano o con un mortero hasta conseguir la consistencia deseada. Incorporamos el agua, batimos y pasamos por el chino.

Con Thermomix:

Introducimos en el vaso de la Thermomix el ajo, el pepino y el apio y la sal.

imageimageimage

Programamos 2 min velocidad progresiva 5-10. Incorporamos la salsa Worcestershire (Perrins), la salsa tabasco, el aceite de oliva virgen extra, el vinagre y el agua fria. Programamos 30 seg. velocidad 5 y mezclamos.

imageimageimage

Servimos bien frío, con las rodajas de pepino en forma de estrella y una hoja de menta en cada vaso o cuenco individual.

image

Espero que os guste.

Coques de «dacsa» o de «calfó» (tortas valencianas de maiz).

Estándar
image

Las «Coques de dacsa», también conocidas como «coques a la calfó» o «coques de ploure» (tortas de lluvia), porque se cocinaban en días de frio y lluvia, son unas tortas redondas y planas que se hacen con harina de maíz (a menudo mezclada con harina de trigo), agua, aceite y sal. Se acompañan con una mezcla de atún, huevo duro rallado y tomate frito, o bien de otras mezclas de boquerones o sardinas, o sofritos de espinacas. Son un plato muy típico de la comarca valenciana de «la Safor», en especial de Gandia, Ròtova o de Oliva, y también de algunos lugares de la Marina Alta, como El Verger y Pego, donde las llaman también «coques escaldades» por la forma de prepararlas.

Aunque se asemejan a las «tortillas» mexicanas (particularmente a los «tacos» o “burritos»), su origen se desconoce, aunque lo mas probable es que sea morisco, pues la Comunidad Valenciana está ligada a esta cultura. Empezando por el nombre del cereal «dacsa», arabismo valenciano que proviene de la palabra árabe «adaza» que significa mijo, y es también sinónimo de panizo. Todos estos cereales de grano pequeño tenían lo que podríamos llamar un problema de identidad, pues se confundían unas variedades con otras, entre el mijo perlado, el mijo común y el sorgo.

Estos cereales menores que aparecen en documentos medievales, representan adaptaciones a nichos muy específicos pero que no reflejan las pautas de consumo y los gustos de la época.

Los datos sobre el tercer diezmo de Burriana y Gandia (ambas poblaciones con habitantes musulmanes y extensas zonas de regadío) del año 1263, registran las cantidades de grano de trigo, cebada, panizo, maiz (Dacsa), arroz y mijo.

Por otra parte, las tortas, las «rosetes» (palomitas) y las mazorcas a la brasa, son elaboraciones típicas de las fiestas que encontramos por ejemplo, en Turquía o el norte de África, aunque antiguamente era comida de pobres.

Su relación con los tacos y los burritos no està clara, aunque la semblanza con las tortas (tortillas) mexicanas y los talos vascos es evidente.

Se comen poniendo una cantidad del acompañamiento en medio de la torta, doblándola o enrollándola, para que se puedan comer directamente con las manos.

Hoy os propongo probar este tipo de entrante tradicional de La Safor, que de seguro os gustará.

imageimageimageimageimageimage

Ingredientes:

100gr de cebolla
500gr de agua
50gr de aceite de oliva
10gr de sal
350gr de harina de maiz
150gr de harina de trigo

Preparación de la masa:

Antes de preparar la masa, tendremos preparados trozos de papel de hornear o de plástico cortados en cuadrados de 10×10 cm., para que una vez tengamos la cocas extendidas, ir intercalándolas para que no se peguen.

Forma tradicional:

En primer lugar rallamos la cebolla muy fina. En una olla mezclamos el agua, la cebolla rallada, el aceite y la sal, y dejamos hervir hasta que la cebolla esté tierna y bien cocida.

image

Apagamos el fuego, añadimos un chorro pequeño de aceite e incorporamos de golpe las dos harinas. Rápidamente y con una espátula de madera, removemos enérgicamente en todas direcciones, procurando deshacer los grumos que nos vayamos encontrando. Si no desaparecen, los quitaremos más adelante. Cuando la harina haya absorbido toda el agua, seguimos trabajándola un poco, sin exceso para que no se enfrie.

imageimage

Mientras, ponemos a hervir otra cazuela más grande que la primera con un poco de agua, que nos servirá de “baño maría”, dejaremos la olla con la masa, dentro de la cazuela con agua, para que no se enfríe la masa mientras vamos cogiendo porciones para trabajarla. Esto es importante, es una masa que ha de trabajarse caliente para que no se rompa.

Con Thermomix:

Ponemos en el vaso la cebolla y la mitad del agua. Programamos 30 segundos, velocidad 8

Añadimos el agua restante, el aceite y la sal. Programamos 10 minutos, 100 ºC, velocidad 1

Incorporamos las dos harinas y programamos 30 segundos, velocidad 6.

Retiramos del vaso y reservamos dentro de un recipiente con tapa, y esperamos que se enfríe un poco.

-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-

Una vez dispongamos de la masa, elaborada con cualquiera de los dos métodos, tomamos porciones de masa y vamos formando bolas del tamaño de una pelota de golf. Hay que trabajar esta masa cuando está algo caliente, para evitar que se rompan las cocas.

imageimage

Colocamos la bola sobre una superficie plana y bien pulida, y la extendemos dando forma redonda, con la palma de la mano, rodillo o algo de peso, dejándola bien fina. A continuación podemos recortarlas con un molde para que sean todas iguales.

imageimageimage

Las colocamos entre las hojas de papel de hornear que habíamos preparado, para que no se peguen. Si no las vamos a cocinar en ese momento, las guardaremos en un recipiente hermético dentro del frigorífico.

image

Cuando vayamos a consumirlas, las cocemos por las dos caras sobre una plancha bien caliente y aceitada, a ser posible con fuego de carbón. Las conservaremos calientes hasta el momento de servir.

imageimageimage
image

Cada comensal toma una coca caliente y pone sobre ella un poco del relleno de su preferencia. Se puede doblar a modo de rollitos, o como un taco mejicano y a comer.

imageimageimageimageimage

Se sirven acompañadas de diversos rellenos que se preparan con antelación. Los más habituales son:
– Espinacas salteadas con ajos, gambas y bacalao.
– Pimiento rojo asado desgarrado («esgarraet») con atún y anchoas o bacalao.
– Tomate frito con atún, huevo duro y anchoas.

imageimageimage
imageimage

Espero que os gusten.

«Redonet», bocadillo valenciano con patente nacional.

Estándar
image

John Montagu (1718-1792), a la sazón cuarto Conde de Sándwich, fue un jugador de naipes empedernido. Su pasión por las cartas le llevó a descuidar las comidas. Un criado preocupado por su salud, inventó un sistema que le permitía comer con una mano sin mancharse, y jugar al póker con la otra. Digamos que es un momento crucial en la historia, porque los más ricos y sofisticados aristócratas volvieron a coger los alimentos con la mano. Ese día el bocadillo entró en la alta sociedad y por tanto en la historia de la gastronomía.

Desde entonces, los valencianos, espoleados por el espíritu del Conde de Sandwich hemos puesto nombre a los bocadillos. Nos adelantamos a la cocina de autor. De la mayoría de ellos no se conoce paternidad directa del creador, pero como buenos hijos de su madre, enseguida fueron reconocidos por el conjunto de la sociedad. Ocurre como con la música festera. El compositor crea una magnífica pieza musical y dona sus derechos al colectivo al que pertenece. Eso debió ocurrir con algunas de estas joyas.

El «Almussafes» es un bocadillo en forma de tosta. Sus ingredientes básicos son la sobrasada, cebolla pochada cortada en juliana, queso, y en algunos casos también lleva una loncha de jamón. Lo importante es servirlo caliente para que sobrasada y queso se fundan e integren con el pan crujiente.

El «Pepito» debe su nombre probablemente al pan, pues en algunos lugares al panecillo de pequeño formato se le conoce con ese nombre. Un «Pepito» muy popular en Valencia es el de la cafetería Aquarium, bocadillo de tiernísimo entrecotte argentino al punto exacto, y pan a la plancha con mantequilla, que se codea con los más selectos combinados que elaboran las sabias manos de los hermanos Arocas. Existe también otro jugoso «Pepito», este relleno de pisto y pasado por huevo en la freidora, una delicia en peligro de extinción que podemos encontrar en la mítica cervecería Casa Mundo de Valencia.

El «Orgasmo» es el singular nombre que describe el placer experimentado por los clientes del Bar Reno de Beniopa cuando lo piden, pues se trata de un bocadillo que incluye un filete de ternera, jamón serrano a la plancha, cebolla pochada y dos huevos fritos.

Pero hay un bocadillo cuyo nombre se encuentra inscrito en el Registro Nacional de Patentes y Marcas. Se trata del «Redonet», un bocadillo redondo como indica la traducción de su nombre al castellano (el «redondito»). Enrique Doménech, propietario del Restaurante Doménech, que se encontraba situado en la carretera N-340 a su paso por la población de Alberic, creó este bocata a finales de los años 60 para salir de una mala racha empresarial, tras romper sociedad con el futbolista Sanchís (padre del ex-jugador del Real Madrid). El restaurante fue posteriormente trasladado, al desviar la carretera nacional para circunvalar la población, a un lugar cercano a la misma, que se corresponde con la salida Oeste.

Este bocadillo se hizo tan popular que era el único que se servía en el local. Bastaba con pedir un bocadillo y te servían un «Redonet» con un plato de aceitunas y la bebida solicitada.

El «Redonet» fue patentado y registrado por su hija, Margarita Doménech. Se niegan a desvelar su receta, pero resulta obvio que se elabora con un mollete, unas finas cortadas de solomillo o lomo de cerdo espalmados, tomate natural rallado y aceite de oliva aromatizado con ajo y perejil.

El mollete es un tipo de pan con unas características propias que lo diferencian de otros tipos de pan: es de miga blanda y poco cocido, del tamaño de un panecillo, se elabora de forma artesana y tiene una particular forma redonda.

Se cree que fueron los árabes quienes lo introdujeron en la península ibérica. Y es en Andalucía donde es más popular, siendo un producto básico en un buen desayuno andaluz. Aunque hay tradición de elaboración de molletes en otras poblaciones andaluzas, el nombre del mollete ha sido tradicionalmente asociado a Antequera gracias a la gran trayectoria profesional de la familia Paradas que ha conseguido expandirlo y darlo a conocer en toda Andalucía y, cada día más, fuera de ella. En mi ciudad se encuentran con facilidad en supermercados de consum o diario.

Hoy os propongo elaborar este magnifico y sencillo bocadillo que invita a repetir su degustación cuando lo comes.

imageimageimageimageimageimage
imageimageimageimageimage

Ingredientes para 4 personas:

Para el prefermento:

40 gr. de harina de fuerza
15 gr. de leche
3 gr. de levadura fresca

Para los molletes:

150 gr. de harina de fuerza
100 gr. de harina corriente, de todo uso)
175 ml. de agua
5 gr. de sal
10 gr. de levadura fresca de panadería

Para los «redonets»:

4 ud de pan mollete
200 gr de solomillo de cerdo
1 tomate de pera rallado
1 cs de aceite de oliva virgen extra
1/2 diente de ajo
1/2 cp de perejil picado
Sal al gusto

Preparación:

Lo primero que hemos de hacer es preparar los molletes. Podemos elaborarlos nosotros mismos o comprarlos en algún establecimiento de alimentación con lo que nos ahorramos este trabajo. Si optamos por hacerlos nosotros, comenzamos preparando el prefermento. Para ello, ponemos en un cuenco pequeño la harina del prefermento (40 gr.), la levadura deshecha o desleída y la leche. Juntamos los ingredientes hasta lograr una bola más bien seca (quizás necesitemos un poco más de leche para lograr la bola, eso dependerá un poco de la harina que estemos utilizando, ya que unas absorben más líquido que otras). Seguidamente, en un amplio bol lleno de agua tibia, echamos la bola y la dejamos ahí hasta que suba a la superficie. En principio irá al fondo del cuenco. Si al cabo de 10 ó 15 minutos no ha subido, no os preocupeís, la sacáis y la utilizáis según se indica en la receta.

imageimageimage

Por otro lado, ponemos los dos tipos de harina, la sal y mezclamos, añadimos el agua poco a poco, permitiendo que se vaya haciendo una masa, echamos también el prefermento y amasamos durante unos minutos, a continuación incorporamos la levadura, y continuamos amasando hasta lograr una masa homogénea, compacta y brillante. Debemos tener en cuenta que esta masa es bastante hidratada, con lo que nos quedará un poco pegajosa. Una vez que tengamos la masa, la dejamos levar en un bol. Le ponemos un plástico film untado con aceite en contacto con la masa y tapamos con un paño de cocina para permitir el levado de la misma, hasta que alcance algo más del doble de su tamaño.

imageimageimage

Una vez que tengamos la masa levada, la sacamos del bol y la echamos sobre la encimera de trabajo, que habremos espolvoreado con harina. Nos ayudamos de la harina para desgasificar la masa, dándole un suave amasado. Boleamos y dividimos la masa en piezas de 110 ó 120 gr. (salen 4 ó 5 molletes). Dejamos reposar unos minutos cada bola y damos forma redonda y aplanada. Colocamos las piezas sobre una bandeja de horno cubierta con papel de hornear o silpat. Tapamos de nuevo con plástico film impregnado de aceite y dejamos reposar o levar una media hora.

imageimageimage

Pasado este tiempo, vemos que han levado y que han aumentado un poco el tamaño, por lo que preparamos el horno, precalentandolo a 200 ºC con calor arriba-abajo-turbo durante 15 minutos. Ponemos un recipiente sobre el fondo del horno con agua hirviendo para generar vapor e introducimos la bandeja con los molletes espolvoreados con un poco de harina. Inmediatamente bajamos la temperatura del horno a 160 ºC con calor abajo-turbo. Ya que se trata de que se cueza el pan pero que no coja color, pues una característica de los molletes es su color blanco. Los mantenemos durante 15 minutos hasta que veamos que están cocidos.

image

Los sacamos del horno y los ponemos a enfriar sobre una rejilla, y ya disponemos de molletes que junto con el resto de ingredientes nos permitirán preparar nuestros «Redonets».

imageimage

A continuación preparamos la carne. Cortamos muy finos los filetes de solomillo o lomo de cerdo, y a continuación los aplastamos con un espalmador, para dejarlos muy finos y romperles la fibra. También podemos emplear un hacha de carnicero para aplastar los filetes.

image

A continuación, preparamos la salsa de tomate maduro. Para ello, rallamos el tomate.

image

Le añadimos la cucharada de aceite, el perejil muy picado y el ajo, que previamente habremos transformado en una pasta, picándolo y aplastándolo contra la tabla con la hoja del cuchillo.

imageimageimage
imageimage

Seguidamente debemos abrir los molletes totalmente para asarlos. El punto optimo del mollete se logra al tostarlo. Por ello, es imprescindible, sea cual sea la receta que se vayamos a realizar, tostarlos sobre la plancha bien caliente hasta que adquieran un sutil color dorado. Debemos tostar los molletes durante dos o tres minutos empleando una plancha, una tostadora o un horno. En su defecto, se puede utilizar una sandwichera.

imageimageimage

Una vez dorados interiormente los molletes, los pincelamos interiormente con la salsa de tomate que habíamos reservado. A continuación calentamos la plancha y asamos los filetes de solomillo o lomo durante unos 20 segundos por cada cara, e inmediatamente los colocamos sobre los molletes.

image

Cerramos los molletes sobre sí mismos y los ponemos sobre la plancha, unos 30 ó 40 segundos por cada cara, aplastándolos con una espátula o una plancha.

imageimageimage

Solo nos queda disfrutar de estos magníficos bocadillos de autor y con nombre registrado.

imageimage

Espero que os gusten.